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COLOSOS DE MEMNON
Los Colosos de Memnnón son los únicos vestigios que podemos ver de lo
que era el monumento funerario de Amenhotep III, que fue construido por
el arquitecto del faraón Amenhotep hijo de Hapu, se encuentran en las
proximidades de Medinabet Habu. Fueron erigidas delante del primer gran
pilono de adobe, que era la entrada al templo funerario. Dicho templo
fue construido en el año 38 del reinado de Amenophis III, momento en el
que Egipto estaba en la cumbre de su expansión y poder. Este templo no
sólo fue el más grande de todos los templos de Tebas, sino además el más
rico en estatuaria y decoración.
Los colosos de Memnnón son dos estatuas en posición sedente (sentada) en
el costado de sus piernas se encuentran figuras de la reina Mutenmuia y
la esposa Tiyi, situadas una a cada lado siendo estas de menor tamaño.
Las esculturas están realizadas en piedra caliza mandada traer desde Gebel
el-Akhmar (la montaña roja), cada coloso mide cerca de 15 metros de altura
y pesa alrededor de 800 toneladas y están colocados sobre un pedestal de
cerca de 4 metros de altura. Además, la doble corona del alto y bajo Egipto,
con cerca de 4 metros de altura hace que el coloso llegue a medir 21 metros
de altura. Los colosos son famosos desde la antigüedad dado que el coloso
del lado derecho, se le conoce como coloso parlante, dado que emitía un
sonido a la salida del sol.
Fueron los griegos y en concreto Estrabón los que detectaron este fenómeno
dando lugar a la leyenda.
Se comentaba que este coloso era la imagen del mítico guerrero Memnón, hijo
de la Aurora, que murió en combate con Aquiles, cada mañana a la salida del
sol y calentar la piedra se emitía un gemido saludando así la aparición de
su madre. El hecho real es que en el año 27 d.C. se produjo un terremoto en
la zona produciéndose en la estatua una grieta que llego hasta la cintura,
a la salida del sol, la piedra se calentaba y emitía un sonido característico.
El sitio se convirtió en lugar de peregrinación de personajes ilustres para
poder observar este efecto, dejando constancia muchos de ellos, de su paso
por medio de inscripciones en los pedestales, como por ejemplo el emperador
Adriano y su esposa Sabina. El efecto se escucho hasta que a comienzos del
siglo III el emperador Séptimo Severo mando reconstruir la estatua.
Hoy en día, en el recinto del templo los restos visibles son la monumental
estela fragmentada y las estatuas colosales, las cuales se cayeron debido a
movimientos sísmicos o terremotos. Solo los colosos de Memnón, frente al
primer pilono, que representan al faraón sentado, ha sobrevivido a las
sucesivas y constantes catástrofe
La función original de los colosos fue la de presidir la entrada al complejo
funerario de Amenhotep: un inmenso centro de culto, construido en vida del
faraón, en el que se le adoraba como al dios en la tierra. En esos días, el
complejo del templo era el mayor y más espectacular de todo Egipto. Ocupaba
un total de 35 hectáreas. Incluso el Templo de Karnak era menor que el conjunto
funerario de Amenhotep. Hoy en día, sin embargo, quedan pocos vestigios del
templo. El historiador y geógrafo griego Estrabón explica que un terremoto en
el año 27 adC dañó a los colosos. Desde entonces se dice que las estatuas
"cantan" cada mañana al amanecer: la explicación es que el cambio de temperatura
que se produce al alba, provoca la evaporación del agua que produce el peculiar
sonido. El nombre de Colosos de Memnón proviene de la época griega. Memnón era
un héroe griego de la guerra de Troya, rey de Etiopia, que llevó a sus ejércitos
desde África hasta Asia para ayudar a defender la sitiada ciudad y que fue
finalmente derrotado por Aquiles.
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