DESCUBRIMIENTO DE UN TEMPLO
EN EL DESIERTO
DESCUBRIMIENTO DE UN
TEMPLO EN EL DESIERTO
EL DESIERTO REGALA UN TEMPLO DESCONOCIDO
Fuente: Ansa
Fecha: 17-2-03
http://www.ansa.it/beniculturali/fattidelgiorno/
200302171819100144/200302171819100144.shtml
(Ansa) El Cairo - Quién sabe cuantos secretos milenarios esconde
el Sahara (en árabe 'desierto') de Egipto, como por ejemplo el
desaparecido ejército de Cambises que la leyenda dice
desaparecido entre las arenas mientras marchaba hacia el norte,
quizá a causa de una tempestad, según cuenta Herodoto. Y de vez
en cuando la enorme extensión de arena regala alguno de estos
misterios a tenaces buscadores. Ha sucedido estos días al
arqueólogo italiano Paolo Gallo, de la Universidad de Torino,
fundador en el 97 del Centro de la Misión Arqueológica Italiana
de Alejandría (Cmaia).
Abandonadas por un momento las excavaciones en curso en la isla
de Nelson, cerca de Abuquir - donde se han encontrado trazas de
una fortaleza fundada por colonos de Alejandro el Magno y restos
humanos de los marineros que ayudaron al almirante inglés a
derrotar a Napoleón Bonaparte- Gallo se ha trasladado a uno de
los puntos menos hospitalarios del Sahara.
En principio, con un financiamiento privado del industrial
turinés Massimo Foggini (su nombre y el de su hijo Jacopo están
ligados al descubrimiento este año, de forma casual en otra
zona del Sahara egipcio, mucho más al sur de una gruta con
graffitis y dibujos prehistóricos) y con el soporte logístico de
la embajada italiana en El Cairo, el arqueólogo ha apostado y ha
vencido.
Casi en la orilla del lago salado de Bahrein (el nombre significa
'dos mares' e indica quizá la presencia de otro gran lago), al
abrigo de las dunas que señalan el límite septentrional del
' Gran mar de arena' - un mito de todos los apasionados del
desierto, que se extiende al sur por mas de 1500 kms- Gallo y sus
colaboradores han localizado trazas de un templo de 20 ms. de
largo construido entre el 380 y el 360 antes de Cristo por el
faraón Nactanebo I, de la XXX dinastía, la última de reyes
egipcios. Las sucesivas fueron persas, macedónicas y después
ptolemaicas (hasta Cleopatra VII, la egipcia antigua más
celebrada en tiempos modernos).
A medida que los trabajos avanzaban, emergía de la arena un
patrimonio insospechado por quien había localizado en Bahrein,
140 kms al sudeste del oasis de Siwa, un sitio arqueológico
interesante, pero nunca había imaginado la presencia de un templo
tan importante.
Señor que controlaba la desembocadura del Nilo [riscuoteva] tasas
a los que se adentraban proviniendo del Mediterráneo, Nectanebo
dedicó el templo a una versión local del dios Amón ' Amón que
fortifica'. tenia un santuario, en la parte inferior del templo al que se llegaba recorriendo una sala hipóstila
con seis columnas. Guardados durante milenios por la arena, los
colores de los relieves y de los dibujos han permanecido bien
conservados como aparecen en la fotografía de los bloques que han
sido descubiertos y que muestran a Nectanebo en posición de
ofrenda de terrenos a una divinidad local criocefala (con la
cabeza de carnero).
"Nuestro problema es ahora llevar estos bloques a lugar seguro
donde el viento, que sopla fuerte en esta zona, no flagele y
dañe estos colores, dice Paolo Gallo, no tenemos los medios
necesarios para el transporte de restos tan pesados que en la
arena hacen hundir las ruedas de los todo terrenos. Intentaré
pedir ayuda al ejército".
Gallo no dice que tiene, también, deseos de futuras financiaciones
que le permitan proseguir las excavaciones y recuperar totalmente
el regalo que el desierto le ha hecho, es decir la otra parte del
templo aún enterrada.
En la antigüedad Bahrein era un pequeño oasis, cuyo nombre
jeroglífico era 'Imespep' importante para el tráfico caravanero
que ligaba el oasis de Siwa al de Bahareya, añade el arqueólogo.
Nectanebo construyó un templo allí para dar valor a los oasis
occidentales de Egipto y mejorar las uniones caravaneras con el
Valle del Nilo. Fue abandonado en época bizantina cuando las
caravanas variaron de dirección y nunca más volvió a ser Khabitado.
Ahora nos toca a nosotros valorizarlo, concluye Gallo, y estamos
entusiasmados de hacerlo aunque las condiciones de trabajo no son
del todo fáciles.
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